En 1999, Birgit Lohmann y Massimo Mini cofundaron designboom, la autodenominada “primera revista online de arquitectura y diseño”. Siete años más tarde, Facebook saltó de las universidades estadounidenses al público en general, mientras en Twitter se publicaba el primer tweet. Desde estos últimos hitos han pasado 16 años.
Si bien 16 años en arquitectura son un breve periodo, en la historia de internet los medios digitales y las redes sociales están lejos de ser considerados como emergentes, pues conforman el núcleo del actual modelo de Web 2.0, caracterizado por una interacción dual entre quienes producen y consumen contenido: sharing, liking, remixing, reposting.
De hecho, la velocidad y la magnitud de las transformaciones que han vivido y que también han impulsado los medios digitales de comunicación nos permiten la oportunidad de comenzar a escribir los apuntes para una historia de la era digital y su impacto en la arquitectura.
Comunicadores de arquitectura: ¿divulgación o difusión?
En ese contexto, con los arquitectos argentinos Lisandro González y Jero Mullins desarrollamos Comunicar Arquitectura 2020 (COMA 2020), un evento digital en medio de la pandemia donde 16 especialistas iberoamericanos conversaron sobre sus experiencias en la comunicación de arquitectura, incluyendo a la curadora Ariadna Cantis, la crítica Ethel Baraona, la investigadora Inés Moisset, la editora Andrea Griborio, el fotógrafo Fede Cairoli y la activista Soledad Larraín.
Para nosotros, los comunicadores de arquitectura son aquellas personas que transmiten el conocimiento y producción de la arquitectura a través de proyectos en diferentes formatos, desde el sitio web hasta el podcast, pasando por la fotografía y la producción editorial tradicional.
Sin embargo, la comunicación de arquitectura no es algo nuevo. De hecho, el género de divulgación goza de buena salud en las ciencias y las humanidades, especialmente desde la irrupción de la pandemia en 2020, aunque también hay cánones como Carl Sagan, Richard Dawkins, Stephen Hawking y Yuval Noah Harari. Según la académica mexicana Lidia Girola Molina, la divulgación científica “implica un conjunto de actividades que hacen accesible el conocimiento científico al público en general”, mientras que la difusión científica “es una actividad que apunta a comunicar los hallazgos y debates científicos a un público especializado, aunque no necesariamente especialista, en un determinado tema”.
Entonces, si entendemos la arquitectura únicamente como la producción de obras construidas, los comunicadores de arquitectura son divulgadores, mientras que los editores, curadores y comisarios que participaron en COMA2020 son difusores. Sin embargo, si entendemos que la arquitectura es un conjunto de herramientas en el que la construcción de obras habitables es solo una de las posibles prácticas, entonces tanto los divulgadores como los difusores pueden ser considerados productores de arquitectura.
En ambos casos, los comunicadores de arquitectura pueden ser el primer contacto de una audiencia masiva con la disciplina: son quienes mejor documentan y transmiten una cultura arquitectónica, expandiendo su alcance e influencia en lugar de reducirla.
Curadores digitales de arquitectura: origen y consolidación
Con el nacimiento de Blogger en 1999 y, por extensión, los blogs, Internet permitió progresivamente eliminar ciertas barreras de entrada para nuevos competidores en el mercado editorial. Ya no se requerían grandes cadenas de producción y logística para crear y distribuir contenido a través de costosos procesos físicos. Simplemente se necesitaba crear un blog gratuito o, con suficiente experiencia, alojarlo en WordPress para personalizar el diseño y escalar las operaciones.
Sin las restricciones económicas ni físicas de una publicación impresa, la fundación de los medios digitales de arquitectura estuvo correlacionada con la narrativa propia de la Web 1.0 y 2.0, con iniciativas colaborativas como Wikipedia: documentar y clasificar el conocimiento universal, facilitando el acceso a todas las personas con acceso a internet-
Los blogs ofrecieron la posibilidad disruptiva de crear contenido altamente específico para audiencias de nicho, mientras las herramientas de mensajería gratuita permitían la creación de equipos de trabajo geográficamente descentralizados. Asimismo, la consolidación del post como plantilla única para texto e imagen en un sitio web de diseño estático, junto con una inédita relación sin intermediarios entre el lector y el contenido, permitió en la arquitectura el nacimiento del curador digital, aquella persona que evalúa y selecciona obras de arquitectura para una base de datos digital en constante expansión.
Así, los medios digitales de arquitectura se convirtieron en una fuerza disruptiva en la primera década del siglo XXI por: a) exhibir una capacidad de publicación claramente superior a las editoriales al saltarse las cadenas físicas de producción y sus principales costos asociados; b) otorgar acceso gratuito e ilimitado a una base de datos de obras de arquitectura en constante expansión a una audiencia global sin necesidad de subscripciones, librerías ni bibliotecas; c) asegurar mayor visibilidad a los autores que optaban por publicar sus obras de arquitectura en internet por sobre las revistas tradicionales
Al mismo tiempo, su periodicidad que pasó de meses a horas llevó a creer que los medios digitales de arquitectura no poseen criterios curatoriales, especialmente por la ausencia de análisis sobre cada obra seleccionada.
Esto fue intencional porque el trabajo de análisis profundo, por un lado, correspondería a una audiencia que, en teoría, podría desarrollar sus propias conclusiones al poseer mayor y mejor información sobre la obra y, al mismo tiempo, porque la producción de análisis genera fricción en los procesos de escalabilidad de la Web 2.0, donde lo inmediato fue clave: more is more. Sin embargo, desde que los algoritmos de búsqueda en Google y el de las redes sociales comenzaron a priorizar la calidad de la respuesta y el engagement, respectivamente, por sobre el contenido más reciente, esta lógica quedó relativamente obsoleta.
Una década más tarde, el genuino interés por masificar (democratizar, como fue llamado en su momento) el conocimiento en la primera década del siglo XXI no estimó cómo cubrir los crecientes costos de producción ni menos con cómo lidiar con el exceso de información y la producción sistemática de noticias falsas para confundir e influenciar a la opinión pública.
En conclusión: los curadores digitales y, por extensión, los medios digitales de arquitectura, han enriquecido el panorama tanto de obras como de zonas geográficas y regiones culturales donde es posible encontrar buena arquitectura. Rompieron las barreras de una élite cultural arquitectónica reforzada académica y mediáticamente por publicaciones hechas por y sobre Europa y Estados Unidos. La historia de la arquitectura del siglo XX giró en torno a ellos mismos, porque otras técnicas, historias y obras de arquitectura aparentemente carecían de valor, según sus modelos pedagógicos.
Y si bien la cantidad de información disponible en internet nos parece infinita y se encuentra en constante expansión, los curadores digitales pueden funcionar como un peaje de calidad en un ecosistema digital infinito. Con toda seguridad es un peaje menos restrictivo y acabado que una selección de cinco obras mensuales en una revista impresa, pero la idea de que lo digital y lo análogo son excluyentes entre sí es sencillamente arcaica.
Noticias de arquitectura: consolidación como formato editorial
Con sus propias luces y sombras, los medios digitales de arquitectura permitieron una descentralización institucional, geográfica y académica inédita en la historia de la disciplina.
No obstante, como claros ejercicios de esqueumorfismo, los primeros sitios webs dedicados a la arquitectura se presentaron como revistas: Designboom (1998), Architonic (2003) y Dezeen (2006). Actualmente, quizás como resultado de su evolución en medios multiformatos o la adaptación de sus modelos de negocio, estos han mutado en su propia definición: la editorial mexicana Arquine se define como “un proyecto dedicado a la difusión de la cultura arquitectónica” mientras ArchDaily se autodenomina “una fuente de herramientas, inspiración y conocimiento”, sin aclarar qué formato es.
Los medios digitales de arquitectura adaptaron la estructura organizativa de las revistas impresas y el periodismo para crear su propia gestión curatorial y editorial, mutando el significado de cada cargo a lo largo de casi dos décadas. Surgieron nuevas posiciones como editores, curadores, editores en jefe y managing editors. Los medios digitales incorporaron formatos tradicionales del periodismo, como las columnas de opinión, los ensayos y las entrevistas, pero uno de sus hitos fue la creación de un flujo constante de noticias relacionadas con arquitectura, urbanismo y las ciudades.
Una noticia de arquitectura es todo aquel suceso que merezca ser informado al público disciplinar y a aquellos interesados en la arquitectura. Entre los temas más frecuentes están los anuncios de futuras obras, resultados de galardones y concurso de diseño. Tiempo más tarde, la masificación y profesionalización de la renderización de imágenes acompañó (o acaparó) este nuevo formato junto a la proliferación de redes sociales centradas en la imagen como Instagram, reforzando cierta idea contemporánea de una arquitectura reducida a imágenes.
Si bien la noticia de arquitectura no es un invento de los medios digitales, su presencia en revistas especializadas fue mínima en el siglo XX, con algunas excepciones como The Architect's Newspaper, y aún menos común en la prensa tradicional fuera de Estados Unidos y Europa. En el caso de las revistas, su periodicidad (mensual, bimensual, trimestral, semestral) sepultaba cualquier intento por cubrir noticias, ya que quedaban rápidamente obsoletas. Además, las noticias, como texto informativo, solían tener un escaso valor como fuente de análisis en la disciplina.
En la lógica de expandir constantemente las audiencias, las noticias sirvieron para los medios digitales de arquitectura como un formato de rápida producción y alto alcance mediático (equivalente a reach y engagement en Instagram y Facebook), ya que ni las revistas especializadas las producían ni los medios tradicionales estaban interesados en ellas (hasta ahora). Y de estarlo, estaban escritas por periodistas, no arquitectos.
La producción de noticias arquitectónicas se enfrentó con un desafío en su proceso de escalabilidad: las memorias de proyecto suelen ser escritas por sus propios autores. Los textos no intentan informar a audiencias generales, sino inspirar o persuadir a los colegas arquitectos. Así, la producción de noticias de arquitectura recurrió a un lenguaje informativo que tomó prestados elementos del periodismo, como la guía de los 5W; la eliminación del antropomorfismo como figura literaria ( “El proyecto intenta ser…”, “la obra busca la mejor vista..”, “el contexto invita a…”); y el uso recurrente de extractos de las memorias oficiales como citas de fuente primaria.
En este proceso, tanto oficinas de arquitectura importantes como aquellas interesadas en su posicionamiento mediático, junto con los desarrolladores inmobiliarios, los organismos públicos relacionados a la producción de obras y otros stakeholders, incorporaron departamentos de relaciones públicas (PR, por su nombre en inglés) para centralizar y optimizar la cobertura mediática de sus proyectos. Así, el comunicado de prensa se convirtió en la narrativa oficial de las oficinas de arquitectura: es más cómodo para los editores, pero infranqueable para los críticos. En manos de los PRs, la arquitectura se transmite como cualquier otro producto comercializable.
La consolidación de los medios digitales de arquitectura obligó a editores y curadores digitales a reconocer una constelación de oficinas ya consolidadas que, independientemente de la calidad de cada una de sus obras, pueden recibir la atención tanto del público general como del especializado, que quieren mantenerse al tanto de sus proyectos más recientes y futuros desarrollos.
Así, la obra de arquitectura es también una noticia en sí misma.
Conclusiones
La Web 2.0 en arquitectura permitió una transformación en la producción, documentación y discusión de la disciplina: diezmó a las revistas físicas, creó nuevos actores de poder, descentralizó la discusión y acercó problemáticas que originalmente se pensaban ajenas a la disciplina, como las condiciones laborales, el feminismo, la crisis climática y la subrepresentación.
Adicionalmente, el modelo de las redes sociales descansa en el consumo, producción y remixeo de contenido audiovisual, en el cual la arquitectura tiene un rol clave, pues no es únicamente productor de espacio, sino también de imágenes: tanto de obras reales como de futuras obras, propuestas imaginarias y únicamente diseñadas para concursos de arquitectura, en sitios webs que han desarrollado un modelo de negocio que se centra en la constante creación de estos concursos y se apoyan en las matrículas que pagan quienes postulan.
La autoedición permitida en los medios digitales hizo temer a muchos que la ausencia de criterios académicos desdibujaría los límites de la buena arquitectura, pero hasta el día de hoy los grandes premios de arquitectura siguen restringidos a reglas que poco o nada han cambiado en el último tiempo, lo cual revela que, o bien, el establishment nunca cambió, o que a pesar de los múltiples cambios en la disciplina, poco cambió.
Cuando no nos reconocemos en los cambios de nuestra sociedad, disciplina y entorno, creemos que estos están entrando en procesos de deterioro, en vez de detenernos a reflexionar sobre cuáles son las nuevas reglas del juego. Este fenómeno ocurre constantemente a lo largo de la historia, y por alguna razón sigue pareciéndonos un suceso inédito que nos ocurre únicamente a nosotros y a nuestra generación.
Este ensayo es una adaptación de “Apuntes para una historia de los medios digitales en la Web 2.0 y su impacto en la arquitectura”, texto publicado en el noveno número de la revista académica SOBRE de la Escuela Técnica Superior de Arquitectura de Granada, España.